17.7.10

Arquitectura del consumo en la aldea global

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Hoy en día vivimos en un mundo globalizado y consumista consecuencia del capitalismo, donde el acceso a la información es tan rápido que te permite saber sobre cualquier acontecimiento en el mundo en cuestión de segundos, estamos en una época donde no necesitas salir de tu casa para consumir. Nuestra era es mediática y la habitamos en una interconectividad humana a través de los medios electrónicos, las implicaciones de existir en un tiempo como el actual se reflejan en la sociedad y en sus diferentes disciplinas artísticas.

Como un ejemplo recordemos lo que fue la máquina para la revolución industrial, tan solo basta ver sus efectos en diferentes aspectos, tanto en arquitectura con “las maquinas para habitar” de Le Corbusier, como para el cine de Fritz Lang en “Metrópolis”, y analicemos como cada disciplina artística es un espejo de la sociedad, consecuencia de situaciones a nivel mundial que generan un cambio drástico en la humanidad.

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A través de este texto y con el apoyo de las teorías de Marshall Mcluhan y Rem Koolhaas hare un acercamiento a como la era mediática global ha modificado la forma de habitar y pensar la arquitectura.

Para entender nuestra época nos debemos remontar al momento en que la imprenta y los medios de comunicación impresos, como el periódico evolucionaron a los medios de telecomunicación como el teléfono y la televisión, los cuales transformaron las formas de vivir de la sociedad en productos. En palabras de Mcluhan “La tecnología de la imprenta creó al público, la tecnología eléctrica creó la masa”.

Un ejemplo de esto es la famosa expresión “American Way of Life”, la cual consistía en la idea de que sin importar tus condiciones sociales o culturales, con empeño, determinación y duro trabajo tu podías empezar desde cero para volverte millonario y mejorar tu calidad de vida. Sin embargo esto solo hizo que mediante la publicidad y la mercadotecnia, los ciudadanos fueran reemplazados por consumidores.

A partir de aquí, la vida de los consumidores fue analizada, estudiada y programada según sus gustos y disgustos, orígenes étnicos, niveles educacionales y de ingresos. El sueño americano fue una forma de manipular al consumidor para que consumiera productos innecesarios. Productos que realmente no importaban, lo importante era el medio por el que se hacía que esos productos fueran consumidos, en palabras de Mcluhan “el contenido de los diversos medios es menos importante que su impacto en los ámbitos sociales, psicológicos y sensoriales” o mejor dicho el “medio es el mensaje”[1].

Simultáneamente, hubo una integración de economías locales en una economía de mercado mundial donde las empresas multinacionales gracias a la libre circulación de capitales, generaron una sociedad de consumo que existe hasta nuestros días. Citando a Koolhaas es una sociedad donde el shopping “ha sido el medio por el cual el mercado ha consolidado su control sobre nuestros espacios, edificios, ciudades, actividades y vidas. Es el resultado material en el que la economía de mercado ha dado forma a nuestro entorno y en última instancia, a nosotros mismos”[2]. Ahora se conocen todos nuestros deseos y todas nuestras emociones, como teorizó el filosofo francés Gilles Deleuze (1925-1995), ahora vivimos en sociedades de control, donde no se trata de tener a las personas encerradas sino endeudarlas. “El marketing es el instrumento del control social”[3]

El shopping se ha expandido a cualquier programa imaginable, incluso en instituciones como museos, bibliotecas, iglesias, bases militares, hospitales, aeropuertos y universidades. La globalización ha modificado los hábitos de consumo, por lo cual, ahora los que antes eran centros de reunión y esparcimiento como los parques y plazas se están sustituyendo por los “malls”, que han transformado totalmente la concepción del espacio público. “El tiempo ha cesado, el espacio se ha esfumado, ahora vivimos en una aldea global”

Las ciudades han cambiado a partir del auge del consumismo, ahora existen zonas donde no hay más que hacer que comprar; Rodeo Drive, Madison Ave, Campos Elíseos y Bond Street son algunos ejemplos de aquellas aéreas urbanas que han modificado radicalmente las configuraciones de las ciudades, volviéndolas espacios de consumo.

En comparación con hace un par de décadas, ahora los edificios deben de ser pensados de forma diferente, los programas arquitectónicos han cambiado debido a las tendencias consumistas, el shopping pasó de ser un componente más en el programa a ser un prerrequisito esencial en el edificio. El koolhaas acierta al decir “el shopping se ha convertido en la única forma en la que experimentamos la vida pública.”[4]

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Sin embargo para mantener activa la actividad consumista del shopping, se necesita recurrir a los medios de información y la tecnología, ya que con ambos se puede entender los factores que influyen a la personas a consumir.

Con la creación de las computadoras y su comercialización masiva, mas el avance de la tecnología satelital y la creación del internet, se generó una revolución informática, la cual reinventó la forma de consumir ya que con todos estos avances tecnológicos, el shopping se esparció de manera virtual hacia todas las aéreas de nuestra vida. Si con los medios de telecomunicación hubo un “boom” del consumo, mediante los medios digitales, como diría Koolhaas “al final nos quedara poco que hacer más que comprar”[5].

A partir de estos análisis de la sociedad, Koolhaas escribe en el 2002 “Espacio Basura”. El espacio basura surge gracias a la exuberancia empresarial y al libre juego de los mercados, es un espacio que se extiende con la economía pero que no se puede contraer. “Espacio Basura” es un texto donde se hace un análisis de la transformación que ha sufrido la arquitectura y la ciudad a partir de la mutación de las sociedades tradicionales a las sociedades de consumo mediante elementos como el aire acondicionado y las escaleras mecánicas, los cuales revolucionaron la arquitectura, dando paso al edificio sin fin. Además ahora los espacios arquitectónicos han dejado de ser pensados para las personas ahora son teorizados con respecto a las masas.

La arquitectura se ha modificado en todo sentido, incluso en la forma en la que la habitamos, “antes los murales solían mostrar a los ídolos; los módulos del espacio basura están dimensionados para portar marcas. En el espacio basura las marcas desempeñan el mismo papel que los agujeros negros en el universo: son entes a través de los cuales desaparece el significado”[6]

Además del análisis de cómo la sociedad de consumo ha modificado la arquitectura a una arquitectura de masas, también debemos de poner atención a aquellos eventos globales que han cambiado la configuración de las ciudades, mediante la regeneración de zonas devaluadas. Un ejemplo de esto es el centro Georges Pompidou en Paris, creación de los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers, un museo que sirvió para la rehabilitación del viejo mercado de Les Halles, sin embargo es también un atractivo turístico o mejor dicho en palabras de Jean Baudrillard; “Es un monumento a los juegos de simulación de masa, el centro funciona como un incinerador absorbiendo toda energía cultural y devorándola – algo parecido al monolito negro del 2001 de Kubrick”[7].

Otros ejemplos son el Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry, la Ciudad de las Artes y la Ciencias en Valencia por Santiago Calatrava y el Millenium Park en Chicago, donde la arquitectura es tan espectacular que realmente el contenido de estos espacios pasa a ser un actor secundario, este tipo de arquitectura es “una inversión, o una fusión, de las funciones del medio y del mensaje”[8]. La arquitectura contemporánea se ha convertido en espacios temáticos a la Walt Disney donde no importa el contexto sino el éxito del proyecto a escalas de atracción de turismo, la arquitectura ha ayudado al flujo de capitales. Hoy en día se puede encontrar el mismo edificio en dos continentes diferentes, la arquitectura tiende a ser paralelita.

Así mismo, los aeropuertos son espacios con el mismo programa en todos los países, sin embargo la fusión del shopping y estos edificios ha hecho que su organización se tenga que reconfigurar, antes el aeropuerto más eficiente era aquel en el que te podía desplazar con mayor rapidez de una sala a otra; actualmente los aeropuertos tienden a ser laberinticos, juegan con las velocidades de flujo de los usuarios, todo con el único objetivo de consumir.

En palabras de Rem Koolhaas, “los aeropuertos son hiperglobales e hiperlocales: hiperlocales en el sentido que podemos obtener artículos que no se obtienen ni siquiera en la ciudad e hiperglobales porque podemos obtener cosas que no se obtienen en ningun otro sitio.”[9]

Los aeropuertos son por excelencia el espacio de la globalización, no son tierra de ningún país, los aeropuertos son la catedral de la aldea global. Steven Spielberg lo dramatizó en su película La Terminal (2004), donde un sujeto con pasaporte de un país no reconocido no puede entrar en algún otro país al no existir como persona, por lo cual tiene que optar por vivir en el aeropuerto. Este sujeto es ciudadano de lo global a costa de la perdida de la identidad, como dijo Magritte en 1964 con su cuadro “El hijo del hombre”, con el cual plantea la perdida de identidad del sujeto debido a las sociedades modernas.

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Sin embargo ¿Qué no acaso vivimos en un mundo globalizado donde día con día, todos formamos parte de una cultura global? Por lo tanto todos somos parte de la perdida de la identidad. La identidad la entendemos según Koolhaas como “aquello que deriva de la sustancia física, de lo histórico, de lo contextual”[10]. Consecuentemente la contemporaneidad no contribuye a la identidad, un ejemplo de esto son aquellas ciudades que son “identificadas” por algún elemento importante en su contexto, ya sea por una montaña como el Monte Fuji o incluso Los Angeles con su letrero de “Hollywood” sobre la colina, sin embargo hay lugares que ya no se pueden descifrar debido a que son todos iguales, un ejemplo de esto es el mismo Los Angeles al adquirir el “Walt Disney Concert Hall” o Bilbao con “Museo Guggenheim”. Además somos parte de una pérdida de identidad cultural, al adoptar nuevos modos de vida, nuevas costumbres y necesidades nos hemos olvidado del pasado el cual “es demasiado pequeño para ser habitado por los que estamos vivos”[11].

Bien dice Wim Wenders en su película para el Centro Georges Pompidou con colaboración del diseñdor de moda japonés Yohji Yamamoto: “Con la pintura todo era simple, el original era un original y la copia era una copia, con la fotografía y el cine se empezó a complicar, el negativo era el original y el positivo era la copia, pero ahora con las imágenes electrónicas y digitales ya no hay positivo ni negativo, todo es una copia, la identidad se ha perdido.”[12]

Lo que empezó con la evolución de la imprenta se ha expandido en forma exponencial a la “Big Crunch” generando fenómenos sociales cada vez más complejos que van degenerando la sociedad, sin embargo para tratar de reivindicar esta expansión tendríamos que dar vuelta atrás y olvidar a los consumidores para recordar a las personas, tratar de que el consumismo y la globalización no nos territorializen y nos rostrifiquen.


[1] Horrocks, Christopher. Marshall Mcluhan y la realidad virtual. Barcelona, España. 2004

[2] Koolhaas, Rem. Harvard Design School, Guide to Shopping. Taschen. España. 2001

[3] Abbate, Florencia. Gilles Deleuze para principiantes. Era Naciente. Buenos Aires, Argentina. 2006

[4] Koolhaas, Rem. Harvard Design School, Guide to Shopping. Taschen. España. 2001

[5] Ibid., p. 135

[6] Koolhaas, Rem. Espacio Basura. GG Editorial. Barcelona, España. 2002

[7] Sempere, Pedro. Marshall Mcluhan en la era de Google. Editorial Popular. México. 2007

[8] Ibid.

[9] Koolhaas, Rem. La Ciudad Generica. GG Editorial. Barcelona, España. 2006

[10] Ibid., P.1

[11] Ibid., P.2

[12] Wenders, Wim. Notebook on cities and clothes. DVD. Road Movies Filmproduktion : 2002